
Hacía tiempo ya q no era de noche, escondida estaba la luna. Un velo siempre la tapaba. Luna ortodoxa.
Sus ojos, lastimados y secos por las perlas derramadas, por lo q no debía ver.
Creo q la conozco, creo y no estoy seguro. Conozco su cara, la q ve todo el mundo, la q sonríe a la noche, la q brilla.
Pero ayer, viaje con un cohete y conocí su otra cara. Siempre me hablaron de ese lado, confabularon. Puras mentiras hacia ella.
Pero ayer, viaje con un cohete y la conocí, vi sus ruinas. Esas ruinas q eran un misterio y nadie las vio. Solo pocos. Solía saber de ellas por libros de misterio, nada más.
Pese al peligro me puse mi traje de astronauta y me acerque. Llegue y vi q todo estaba floreciendo, colorido y bello.
Camine un rato por esas calles vacías, sin rumbos. Encontré un periodico en el asfalto y me quedé asombrado. Las ruinas se reconstruian ciclicamente, crecian como pasto y de pronto se derrumbaban como si un terremoto eterno las azotaran.
Tenía miedo de estar ahí, pero siempre tuve cariño por la luna y decidí a ayudar a levantar sus cimientos si se quebraban de nuevo.
En la ultima caída la luna se fisuró. Una fisura tan grande q casi se parte en dos. Casi deja de existir.
Segui investigando las ruinas hasta q encontré un espejo de mano. Creo q ahí empezó lo realmente importante. Esa reliquia iba a detrminar mucho, demasiado.
La luna me miró desde mi reflejo y me susurro al oido. Realmente me conocía desde hace tiempo, me veía como nadie más. Se convirtió em mi juez y me puso en la balanza.
Me reflejó en la retina mis grietas. Mi yo. Dibujo mis caminos.
Desde ayer, viajé con un cohete a la luna y me conocí. ¿Quien iba a decir q mis pies estaban tan lejos de la tierra? Era raro pensar q mi "yo" lo encontraría encerrado/ reflejado en ese espejo lunar. En esa reliquia q me hablaba.
Quizás debería ser un poco como la luna y quebrarme. Reconstruirme.
Alerta, precaución, hombre trabajando.
No disimular más mis sonrisas y sentir como se estiran mis musculos de enserio. Peligro de derrumbe. Tomar recaudos.
Me aleje de la luna y volví a casa. Cada semana recibía el diario de las ruinas, el diario semanal. Al píe de página el espejo me dejaba sus consejos, me mostraba quien era. Quien soy.
Y cuando era de noche la miraba, y ella me sonreía.